Ya por la mañana, me volví a colocar en el mismo sitio donde me había dejado. No podían tardar mucho.
Pasaban las horas y no vino nadie.
Empecé a sentir un dolor en el vientre, empezaba a tener hambre y no tenía a nadie que me diera la comida. Pero no sabía qué tenía que hacer. Siempre me habían dado la comida. Y ahora, quién me la iba a dar?
Recordaba que alguna vez en casa había jugado a meter la cabeza en la basura para comer restos de comida. Noté el mismo olor y lo seguí. Había un contenedor con bolsas de basura alrededor. Estaban todas cerradas. Empecé a arañar una de las bolsas para que se abriera. Una vez abierta saltaron algunos restos, botellas, latas, plásticos, cartones, pero nada de comida. Una a una fui abriendolas todas, pero de comida, nada de nada.
Ahora sí que estaba totalmente perdido.
Estuve todo el día dando vueltas por el edificio, pero por allí no había nadie.
Otra vez llegó la noche y no había comida nada. Al día siguiente tendría que hacer algo más para conseguirlo.
Ya por la mañana, cuando el sol casi no había salido, apareció un grupo de personas. Me escondí detrás de unas cajas. Se metieron dentro del edificio. Durante un tiempo, fueron llegando más personas, todas seguían el mismo camino.
Al rato, cuando el sol ya empezaba a mostrarse, me acerqué a la puerta por donde habían entrado. La puerta estaba entreabierta así que asomé la cabeza. No vi a nadie. Entré esperando poder comer alguna cosa. Había un pasillo largo y unas escaleras al final. Me fui acercando cuando de repente apareció una de esas personas. Pegó un grito y aparecieron más. Me fui corriendo hacía la salida cuando comprobé que la puerta estaba cerrada. Me volví y los vi como se acercaban a mi. Uno de ellos llevaba una madera en la mano. Me rodearon. El que llevaba el palo lo levantó. Vi en su mirada odio y rabia. Esa fue la señal para saber que tenía que salir huyendo de allí. Salté sobre su cara y le arañé. Corrí hacía el final del pasillo, sentí como corrían hacía mí, allí vi que había una ventana abierta. Dudé de si podía salir por allí ya que había unos barrotes.. Al final pude escapar por allí.
Al salir por la puerta metálica de la entrada salieron más personas y me lanzaron botes y piedras, pero pude escapar.
Aun no sé muy bien qué les hice a esas personas para que me trataran de esa manera.
Deambulé por una calle por la que solo pasaban unas máquinas con luces y sonidos raros. Alguno de ellos estuvieron a punto de pillarme, suerte que reaccioné a tiempo.
Tenía que comer alguna cosa o me desmayaría. Estuve caminando todo el día pero no encontré nada, allí solo habían edificios grandes con una puerta diminuta y si ventana, pero nadie en quien confiar.
En algunos de estos sitios gente que andaba por allí se me intentaba acercar, pero después de la primera experiencia no les dejaba que la distancia fuera muy corta.
Por suerte sí que pude beber, me encontré varias cacitos con agua, alguna no parecía muy limpia pero no podía dedicarme a escoger. Era eso o nada.
También pasé por una zona con casas, alguna de ellas con muchas plantas. Me metí en alguna de ellas, pero tuve que salir disparado. Grandes perros se escondían detrás de las puertas. Imposible encontrar comido en aquellos lugares.
Cuando la luna ya estaba en el cielo y ya había perdido la esperanza de comer, casi sin fuerzas llegué a un parque, incluso ya había encontrado un sitio para pasar la noche al refugio del viento y de la lluvia, olí a comida, seguí el rastro hasta que di con una bosla de plástico que no me costó nada de abrir. Allí había una lata como las que me solían dar de comer. No había mucho que comer, pero al menos pude probar bocado. Después me quedé dormido.
Los días siguientes fueron muy parecidos, comiendo cosas que me encontraba en la calle, la verdad es que era muy poco, y me noté que ahora estaba más ligero, aunque con menos fuerza, pero al menos me llevaba algo a la boca.
Cada día notaba que dormía más y me movía menos. Cada vez tenía más miedo y menos esperanza. No tenía ningún sitio a dónde ir, ni nadie a quien acudir. Estaba totalmente solo en el mundo.
Llegó un momento en el que casi no podía ni comer a pesar de que siempre había alguna cosa, sobre todo cerca de una especie de cajones grandes metálicos con ruedas. Pero me dolía tanto el estomago que no tenía ganas de comer.
Dejé de caminar tanto, ya solo me movía en un radio de unos metros desde aquel parque.
Un día, me alejé un poco, llegué a otro edficio con un pequeño parque. Me metí dentro y vi que habían botes de plástico con agua. Llevaba todo el día sin beber así que pude quitarme la sed de encima. Se me hizo de noche por lo que decidí quedarme allí a dormir.
A la mañana siguiente me despertó el ruido de la puerta metálica abriéndose. Entró una persona. Creo que me vio, pero yo en seguida fui a esconderme detrás de una plantas. Se me acercó, me dijo alguna cosa, y acercó su mano. Me entró pánico, salté y me fui corriendo. Corrí hasta detras del edificio, donde había un parque con árboles y cesped con hojas caídas. Allí me escondí.
Al rato empezaron a llegar más personas que se metían en el edificio.
Empezaba a tener bastante hambre.
Tenía que hacer alguna cosa, así que salí de mi escondite y busqué si por allí había alguna cosa que pudiera comer.
A lo lejos vi como la primera persona que había visto entrar y que se me acercó estaba poniendo comida en una bandeja que se parecía a la que yo tenía en casa. Me acercé. Tal vez podría comer. La mujer se fue y dejó la comida allí. Fui corriendo pero cuando estaba a unos seis metros de la bandeja aparecieron dos gatos más y empezaron a devorar la comida. Intenté meterme en medio de los dos pero me llevé un par de zarpazos y un par de miradas desafiantes. De todas maneras me quedé esperando por si dejaban alguna cosa. Nunca antes hubo una espera más inútil. En cuanto acabaron dieron media vuelta, se estiraron y se fueron al parque a tomar el sol y allí me quedé yo con más hambre que antes.
Intenté encontrar a la mujer por si tenía alguna cosa para mí. La busqué por la entrada, por un patio, per no la vi.
Me acerque al edificio y a una puerta de cristal por donde todas la demás personas habían entrado y de la que, de momento, nadie había salido.
A través del cristal la vi. Me la quede mirando, intentando no hacer mucho ruido. No estaba todavía muy seguro en aquel sitio desconocido, pero algo tenía que hacer si quería comer alguna cosa. Ahora sí quería que me viera y que se acercara y que diera de comer.
Después de un buen rato volvió a salir, y allí estaba yo esperándola. Me volvio a mirar, me dijo algo otra vez. Esta vez no intentó tocarme. Se metió otra vez y salió en seguida, traía una bolsita y una bandeja. La colocó en el suelo y echó un poco de comida. Eran unos granos muy parecidos a los que yo solía tomar en casa. Me los comí todos mientras miraba de reojo a mi alimentadora por si intentaba alguna cosa extraña.
Al acabar la volví a mirar, me volvió a poner un poco más.
lunes, 1 de diciembre de 2008
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