Los primeros recuerdos que tengo de mi vida son realmente bonitos.
Mi madre y yo vivíamos en una casa con una familia humana que nos trataba muy bien. Nos daban de comer, jugaban con nosotros y teníamos mucho espacio para movernos a nuestro aire.
A veces, cuando veía que se levantaban tarde me ponía encima de las sábanas y me ponía a dar saltos para que despertaran. Se molestaban un poco y me intentaban golpear con la mano, pero yo era más rápido que ellos. Otra cosa que me gustaba hacer para que jugaran conmigo era rascar las paredes con las uñas, entonces salían de las habitaciones y corrían detrás de mí. Lo único que tenía que hacer era esconderme debajo de la cama, de la mesa o subirme al armario para que no cogieran.
Pocas veces me cogían, excepto, claro, cuando estaba ya muy cansado que entonces me cogían y me cerraban en una habitación, o en el garaje. Cada vez, eso sí, acabé más tiempo encerrado por las noches que libre. Lo malo de estar encerrado era que nos separaban a mi madre y a mí, ya que a ella la dejaban que se quedase en el sofá del comedor. A mí me gustaba tanto ese sofá que lo arañaba para dejar mi olor, cosa que también provocaba mucho alboroto en casa.
Con quien mejor me lo pasaba era con una humana pequeña que vivía en casa, era muy cariñosa y siempre quería jugar conmigo, aunque a veces yo estaba muy cansado y no quería, ella insistía y alguna vez me hizo un poco de daño.
A mi madre, a quien también le gustaba jugar, a veces la veía un poco triste, y se acercaba a una mantita que había en el garaje y la olía, entonces se tumbaba encima y se quedaba muchas horas allí, mirando hacía el infinito.
Yo intentaba que jugásemos, pero cuando ella no tenía ganas me miraba muy seria y yo me daba media vuelta buscando otra cosa con la que jugar.
Mi días en aquella casa fueron muy felices, tal vez fuera la ignorancia infantil, pero me lo pasé muy bien. Luego poco a poco me he ido dando cuenta que no lo tenía todo, pero después de lo que he visto a lo largo de los años, no me podía quejar.
Pero todo cambió un día. Ya nada volvería a ser igual que antes, fue un terremoto de escala infinita la que provocó una ruptura en mi vida, y para siempre.
Se abrieron las puertas del coche, me cogieron por debajo de las patas delanteras y me dejaron en el suelo, aún recuerdo lo frío que estaba, casi húmedo.
Desde el suelo ví como me miraban y cerraban la puerta del coche, ese sónido que ingenieros se pasan años instalando para que el coche sea más atractivo para el cliente.
El coche arrancó y desaparació. Yo dudé en seguirlo, pero pensé que volverían a buscarme, con lo que senté en ese mismo sitio, no fuera que al volver no me vieran.
Pasaron unos minutos, tal vez horas, no sabría asegurarlo. El tiempo pasa muy lentamente cuando uno está esperando. Al final la espera se convierte en desesperación (no solo los humanos la sienten, no hay que ser tan egocentrista).
Empecé a moverme para poder estar un poco más abrigado ya que el viento empezaba a moverse al mismo tiempo que la noche se alzaba sobre la ciudad.
Me quedé junto a una puerta metálica y unos contenedores que me tapaban un poco del fuerte aire esperando que cuando me volvieran a buscar me vieran en seguida.
La verdad es que empecé a preocuparme un poco cuando dejé de ver la luz del sol detrás de las montañas.
Allí estaba solo, no tenía a nadie, ni tan siquiera mi madre, que seguro que ahora estaría un poco preocupada.
Parecía que me las iba a tener que arreglar por primera vez solo para pasar la noche. Aquella era totalmente nuevo para mí, y estaba un poco asustado. Empecé a escuchar ruidos, luces y otros humanos desconocidos que pasaban muy cerca mío. Tendría que esconderme en algún lugar para refugiarme. Me metí a través de la puerta de rejas metálicas, pero no muy cerca por si volvían a buscarme, y allí encima de unos cartones me quedé. Pasé un poco de miedo y de frío, no sé cual de las dos causó el que yo temblara, tal vez ambas. Me costó mucho dormirme, casi estaba saliendo ya el sol cuando al final lo hice. El cansancio al final pudo con el miedo.
lunes, 1 de diciembre de 2008
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