lunes, 1 de diciembre de 2008

Mi nuevo hogar

Al final el coche se quedo quieto.
Bajaron las dos personas y abrieron la puerta de atrás. Me cogieron y me llevaron al interior de una casa. Habían varias casas alrededor, pero eran diferentes a todas las que había visto anteriormente. Eran más bajas, con puertas y ventanas más grandes y todo era muy tranquilo. En la calle apenas había gente paseando, pude distinguier varios perros y gatos tumbados al sol y mucha más claridad por todos los sitios.

Me colocaron encima de una mesa y abrieron la puerta de la caja. Salí temeroso, pero no por curiosidad, como se suele pensar. Nadie quiere verse atrapado en ese sitio esperando a que cualquier cosa horrible le pase. Al menos fuera tienes más sitio para esconderte y para huir.

Estabamos en una habitación muy grande, una mesa enorme de madera presidía el lugar, varias sillas, sillones e incluso una chimenea pude ver. La niña me acercó una lata y me la colocó en el suelo. Bajé de un salto, esto del instinto no es tan bueno como se puede llegar a pensar, y me puse a comer. Mientras comía, me acarició. Paré de comer y me la miré. No parecía tener malas intenciones pero nunca te puede confiar con alguien que mide diez veces más que tú.

En cuanto acabé de comer me puse a observar todo lo que había alrededor mío. De nuevo otro lugar y otras personas nuevas, no saben el estres que eso supone para un animal. Un futuro y una cotidianidad desconocida. Me gustaría que eso lo sufrieran las personas, aquellas que tienen casi toda su vida ya planificada.
La casa era enorme, comparada con mi primera casa y, sobre todo, con la jaual en la que estuve varias semanas. Había muchas cosas de madera, incluso troncos, varias habitaciones, dos pisos, un lugar donde se aparcaba el coche y muchos rincones donde se podía tomar el sol. Eso era lo mejor de todo. Después me abrieron un puerta diferente por la que habíamos entrado, daba a la parte contraria, y salimos a gran terreno. Era un huerto. También habían árboles. Aquello era fantástico, un montón de cosas a las que subir. Vi a lo lejos, algun gato que estaba tomando el sol.

Y así, poco a poco fui conociendo mi nuevo hogar, o eso al menos, pensaba yo. No parecía mal del todo.

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LOS ANIMALES NO SON COSAS