sábado, 13 de febrero de 2010

Cazalilla (Jaen) o como tirar una pava desde un campanario


Cuando nos acercamos a Cazalilla (Jaén) nunca pensé que vería aquel hecho.
Después de todo lo que he visto no espero ningún acto bueno de los humanos con respecto al resto de animales, pero de aquello, aunque no ha sido lo más horrible o desagradable que he vivido, aun no encuentro las razones para hacer esto a un animal.

En este pueblo tienen la costumbre de lanzar desde un campanario a una pava.

Considero que hay una gran crueldad en este acto, donde centenares de humanos se aprovechan de una pobre animal, cuyo único delito ha sido nacer en ese pueblo de violentos que aman la tortura y el sadismo.
Y como estos no tienen otra forma de diversión que el maltrato animal, un individuo con la cara oculta (cosa que ya explica y aclara muchas cosas) se sube a un campanario con una pava en sus manos y para que la multitud del pueblo se exalte la lanza al aire para ver como con miedo, pánico y todos en su contra, el animal, con las patas atadas, intenta salvar su vida, cosa que provoca la diversión de los pueblerinos

Puede que no parezca que el acto sea de un gran maltrato, pero detrás de este suceso hay un gran significado. La enseñanza que se da actuando de esta manera es que ante un animal-no humano todo vale, porque no se le considera más que un objecto que sirve para divertirse aunque sea maltratándole, torturándole o asesinándole. De igual lo que se haga con él porque no habrá ningun delito de por medio. Todo lo contrario, la gente se divertirá, te aplaudirá y te lo agradecerá. Pero el pobre animal, al que nadie ha preguntado, tendrá sufrirá las consecuencias de actos vándalicos como éste.

Después del lanzamiento, y aun con el público en la plaza bebiendo, riendo y aplaudiendo me intenté acercar al pobre animal, aunque Leo me miró un poco extrañado de esta valentía mía tan inhabitual. Entre las piernas de la gente lo vi, me intenté acercar, le miré los ojos, ella creo que también me miró, pero cuando estaba a un metro de ella unas manos la cogieron y la levantaron con gran violencia. El hombre la levantó por encima de su cabeza mostrándola como si fuera un trofeo. Y mientras la pava atemorizada por todo aquel ruido que la rodeaba estaba aturdida y paralizada por el miedo. Poco más pude hacer que irme del centro de la plaza, el siguiente podría ser yo.

Ya de lejos vi como él mismo hombre se la llevaba metida en un saco.
Di media vuelta, quería irme de aquel pueblo, otro más, con la misma costumbre de abusar del resto de animales. Leo se quedó mirando al hombre que llevaba el animal, tal vez con la esperanza de que la dejara salir en cualquier momento y la dejara libre. Yo lo dudo, aunque no dije nada.

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LOS ANIMALES NO SON COSAS