Después de aquello necesitaba desconectar de todo, los gatos como ya debéis saber somos mucho de desconectar de la realidad, y no es que estemos reflexionando siempre, como mucha gente puede pensar, simplemente dejamos la mente en blanco y dejamos que el tiempo pase y las heridas se curen.
Este había sido un buen golpe, con lo que no solo tenía que huir de la realidad de forma metafórica, sino también de forma física así que decidí que no quería volver a la casa que me había adoptado. Al fin y al cabo no perdía nada, aunque me daba un poco de pena no volver a ver a la niña que me daba de comer a escondidas, pero el resto...una mujer que no me apreciaba mi compañía, que casi no me daba de comer ni jugaba conmigo, no era como para pensárselo dos veces. A partir de ese momento me dejaría ir por el mundo.
Me alejé de aquel sitio tan horrible lo más pronto posible pensando qué otras cosas se me estaban pasando y que no conocía. Es dificil, a veces, actuar ante las cosas cuando no saben las consecuencias que pueden surgir de tus hechos, pero eso solo te lo puede demostrar la experiencia, y en eso los gatos somos muy cautos, no podemos pasar un buen rato pensando antes de actuar, pero... no somos infalibles.
Estuve caminando durante unas horas comiendo un poco de todo, de todo que no fuera animal, claro, por que no sé si lo he dicho, pero desde entonces me repugnaba todo lo que oliera a carne, cualquier cosa. Después de todo lo que vi y creo que recordaré toda la vida, no me veía capaz de probarlo nunca más.
De esta forma me tuve que empezar a alimentar de cosas que fuera encontrando y que no me resultaran muy repugnantes. Por el camino encontré una cosa negra que luego leí en el envoltorio que era chocolate, de otra bolsa extraje unas patatas fritas, aunque algo saladas para mi gusto. No acabo de entender porque los humanos le ponen tantos aditivos a los alimentos siendo todos tan malos para la salud. Y así fueron pasando los kilometros y las horas.
Al rato llegué a una pequeña casa rodeada de gran terreno donde me encontré con otros gatos. No me recibieron muy bien. No parecía que les gustaran los forasteros. Les pregunté si tenían alguna cosa para comer. No obtuve respuesta alguna, solo malas miradas y algún que otro maullido, aunque no eran muy intimidatorios. Decidí quedarme.
Estuve dando vueltas por el terreno, siempre bajo la mirada de mis compañeros. Vi gente cargando y descargando paquetes de un camión, perros corriendo, y algún caballo comiendo y bebiendo.
Encontré un poco de comida cerca de una puerta trasera que tenía la casa. Era un poco de pan dentro de un cazo con leche. Me lo comí todo. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo hambriento que estaba. Seguí buscando alguna cosa más. Por la granja había desperdigadas algunas bandejas con un poco de pienso y agua. Me acerqué a una de ellas a oler, no parecía carne así que me comi algunos granos. No me dio tiempo ya que en seguida uno de los gatos se me tiró encima para que me fuera.
Decidí, entonces, entrar a la casa, esperando encontrar alguna cosa.
Por suerte una de las ventanas estaba abierta, así que pude acceder al interior.
En cuanto el ojo se me acostumbró a la oscuridad, cosa que no es inmediato. Los gatos no vemos en la oscuridad como se piensa, ningún animal puede ver en la oscuridad, es una ley física que para poder ver tiene que haber luz, tampoco hay colores, formas, etc. o sea que los gatos no somos seres mágicos que podamos ver en la oscuridad.
Dicho esto, sigo con el relato, en cuanto pude ver me encontré rodeado de animales enormes, había un león, un tigre, un ciervo, incluso un buho, todos parecían mirame para atacarme, me asusté y empecé a correr en dirección a algun sitio para poder esconcerme, pero antes de llegar al sillón me di cuenta de que no se movían, que nadie me estaba persiguiendo, Me di la vuelta y los volví a mirar. Estaban inmóviles. Lentamente me acerqué al tigre, tal vez por afinidad felina, y le di un golpecito en una de las patas. No se movió. Los inspeccioné a todos durante un rato, parecían que estuvieran muertos, pero...estaban allí de pie, como yo, mirando.
Me imagino lo terrible que debe ser estar vivo en un cuerpo inmovil sin poder moverse. Intenté moverlos un poco pero eran muy pesados. No pude hacer nada.
Me fui muy triste de ver unos animales inmoviles en medio de un salón oscuro.
Tal vez porque sea gato no puedo apreciar la supuesta belleza que proporciona un animal expuesto en un lugar tan artifical para ellos como el salón de una casa
Antes de salir pude volver a probar bocado de un plato que estaba en la cocina. Creo que fue la primera vez que probé el tomate. No estaba nada mal.
Después me despedí de los otros gatos, no encontré mucho entusiasmo por su parte.
miércoles, 29 de abril de 2009
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