lunes, 18 de mayo de 2009

Carcel de animales

En la carcel para animales-no humanos - I

Hace unos días pasé cerca un zoo, ya sabéis estos sitios donde tienen los animales expuestos para que la gente 'disfrute' viendo como están encerrados para el resto de sus días sin poder moverse, en un ambiente que no es el suyo, con otros animales compartiendo su entorno, deprimidos por no poder hacer las cosas que deberían estar haciendo, saltar, correr, nadar, en definitiva, vivir en libertad.

Mientras me adentraba por el bonito paraje que envolvía el zoo, me acordé de una notícia que había leído días atrás. Un grupo de cientificos habían conseguido que una pareja de osos panda rojo hubieran tenido crías. Hasta ese día no le había encontrado la importancia de la notícia. Yo siempre he dado por natural que las parejas de cualquier tipo de especie tuvieran criaturas por el simple instinto de supervivencia del propio ser y de la especia en general.
Pero a partir del momento en que descubrí como 'vivían' realmente estos seres comprendí el porqué de esa notícia.

Normalmente se desea la procreación cuando se dan ciertas circunstancias, es decir, cuando el ser está a gusto consigo mismo y con todo aquello que le rodea. Es como los animales-humanos, no desean el lujo hasta que no tienen las necesidades básicas cubiertas (algo así como la piramide de Maslow debo incluir como lector de economía que he sido, si me permitiis esta licencia). En otras palabras, uno no desea tener un mejor trabajo, un mejor coche o un mejor móvil cuando no tiene asegurado si va a poder comer mañana.
Pues algo así les pasan a los animales-no humanos que sufren en silencio su vida en un zoo.

Como gato de casa y posterior descubridor de la naturaleza y de la libertad, he de confesar que estaba muy bien cuando vivía en casa todo el día sin salir de casa, pero una vez descubrí que detrás de aquellas cuatro paredes había lo que había no pude evitar sentir algo de pena por todo el tiempo que no pude disfrutarlo y más pensando en todos aquellos que no lo iban a descubrir jamás.

Es por esto que cuando ví todos aquellos seres encerrados, muchos de los cuáles habían nacido libres, y vi su mirada triste entendí lo que sentían. Aquello no era su hogar, ni estaban con ellos su familia, la misma de las que fueron arrancados cuando eran unas crías, rodeados de suciendad, de malos tratos, de explotación... Lo único que le pedían a la vida era poder disfrutar de la libertad de la cual les habían secuestrado.

Me acerqué a la zona de los rinocerontes. El primero que me vio se acercó a olerme. Me contó que en verano pasaba mucho calor, ya que casi no tenía agua para refrescarse, mientras que en invierno se moría de frio. Además, a su anterior pareja la habían sacado de allí hacía unos meses y no había vuelto a saber nada de ella. No le faltaba la comida, me dijo, pero me falta la tierra, no el cemento que piso aquí y que destroza las patas, me falta el sol del amanecer en la sábana, me falta mi río. Entonces dio media vuelta y se refugió en la sombra de un pequeño árbol.

De allí me fui a la jaula de los monos. Vi a un montón de familias, con niños y abuelos mirando la jaula y riéndose de todo lo que hacían. Incluso algún niño les tiraba cosas de comer, y cuando los monos lo cogían con ansías, aun reían más. Entré en la jaula por la parte de atrás. Ya sé que esto no se debe hacer porque nunca sabes como van a reaccionar los animales-no humanos cuando te metes en su territorio, pero lo hice, y no por valentía, sino por inconsciencia e ignoracia. No hay que olvidar que la mayor parte de mi vida me la he pasado en casa durmiendo y comiendo y donde mi mayor preocupación había sido donde poner el cojín del sofá para que me diera más el sol.
Una vez dentro, vi que había un monito chiquinino en una de las esquinas. Desde donde estaba apenas nos podían ver los animales-humanos que tiraban cosas para reírse de los de dentro. Le vi mucho más triste que a los demás, parecía muy joven. En cuanto me vio se asustó mucho y retrocedió hasta tocar con la espalda el final de la jaula. Le tranquilicé. Estaba muy asustado. Después de un rato, y después de que cogiera algo de confianza, me contó algo de su vida. Me explicó como era el sitio donde había nacido y había crecido. Un lugar lleno de plantas, de árboles, de otros animales llenos de colores, un sitio donde nunca había silencia, que parecía una fiesta constante. Se pasaba el día jugando con sus hermanos y con otros amigos suyos. Saltaban de una rama a otra, se metían en el río. Y allí siempre estaba su madre para decirle cuando tenía que descansar y ponerse a comer. También estaba cuando hacía frió para darle calor con su cuerpo. Todo era maravilloso. Entonces su cara cambió drasticamente. Hasta que un día llegaron un grupo de hombres y empezaron a hacer mucho ruido con unas cosas metálicas y a lanzarnos redes. Mi madre me cogio y me colocó en su barriga. Yo me agarré todo lo fuerte que pude para no caerme. Entonces, y después de un gran ruido ensordecedor, vi como mi madre, que estaba saltando hacía una rama, empezaba a perder fuerza y ya no pudo agarrarse a la rama. Caímos al suelo. Estaba confundido y mi madre parecía dormida. Intenté mover a mi madre para que se despertara, pero solo vi una mancha roja en su cuerpo. Vi como unos animales-humanos se acercaban, tenía mucho miedo por mí y por mi madre, pero no pude hacer nada, dijo con lagrimas en los ojos, saltá a una rama y vi com cogían a mi madre y la pusieron en una bolsa. Luego me miraron y me lanzaron un red de la que no pude escapar. Estaba paralizado por el miedo.
Después de esto no pude decir nada, me acerqué a él y le di todo el cariño que le pude. Nos quedamos juntos un rato, hasta que se quedó dormido. Entonces salí de la jaula.

Empecé a pensar como una pareja de osos panda pudieron tener una cría en unas circunstancias semejantes.
Aunque no entienda mucho de estas cosas, creo que cuando se tiene una cría es porque quieres que no sufra, que sea lo más feliz posible, le quieres dar todo y que no le falte de nada. Pero en una carcel, qué se le puede dar a una cría para que se encuentre en buenas condiciones?
Entonces me di cuenta de que los humanos tuvieron algo que ver en este hecho. Así, de esta manera, deben pensar que controlan la naturaleza a su antojo. Pero claro, se olvidan que hay cosas que no pueden controlar, los sentimientos de estos seres.

También me acerqué a la zona de las focas. Siempre he supuesto que la focas son muy juguetonas, pero al estar en contacto con ellas, y no digo desde la barrera del zoo, sino desde dentro te das cuenta de porque hacen el espectaculo que hace reir tanto los niños humanos. Sufren dejadez y no son alimentadas, a la vez que sufren malos tratos, para que cumplan con su parte del 'espectaculo'. Hasta que no hacen correctamente el espectaculo no se les da de comer, o se les maltrata fisicamente, hasta que consiguen hacer aquello que a los niños humanos les hace tanta gracias, como encestar una pelota, aplaudir, 'pedir' un pescadito, saltar por el aro, etc...
Y todo para conseguir que los padres se gasten el dinero. Todo vale. Hasta la muerte de unos animales.
Esos mismos padres, si quieren que sus hijos estén en contacto con animales-no humanos, podrían llevarlos a centro de acogidas, de recuperación, etc donde podrán, esta vez sí, estar en contacto con ellos, a la vez que les pueden ayudar, estando con ellos, jugando, acariciandolos, sacándolos a pasear o adoptándolos. A mí, por ejemplo, me hubiera ayudado mucho cuando estuve en la calle o en el centro de acogida para animales abandonados.

Después fui paseando por el resto del parque y allí estaban todos, con caras tristes, los delfínes, que aunque parezcan que estan sonriendo constantemente no es así, también lo pasan mal nadando en una piscina cuando han podido nadar durante horas en el océano, lo camellos, pasando frió en invierno, las aves, aquí descubrí que mi instinto felino de cazador había desaparecido, que estaban en jaulas con centenares de otras especies de aves, sin apenas lugar para posarse, los lagartos, que aunque parezcan que les dé todo igual, también son capaces de sentir miedo, dolor y tristeza, los orangutanes, no contaré lo que me dijeron que les hacen los mayores para conseguir pócimas 'milagrosas' porque me parece muy horrible, las jirafas, ¿quién no ha visto el perfil de una jirafa con el sol del atardecer detrás suyo en la sábana africana en una foto y no en el del la carcel?, las serpientes, tan odiadas de forma injusta por el simple hecho de ir arrastrándose por el suelo y tener una lengua viperina, qué decir de las hiperactivas nutrias que no paran de moverse y de trabajar durante todo el día, allí en un rincón con un poco de agua para que se refresqué?, el koala, no he visto nunca en ningún otro animal la ternura que desprenden con su mirada, un ser que no es capaz de hacer mal a ningún otro y, en cambio tan perseguido y explotado, y así hasta un largo numero de seres tristes, humillados y decepcionados con la vida que les ha tocado vivir.
Y alrededor de ellos, risas por ver como se pelean por un trozo de comida que le han tirado dentro de la jaula.

Donde está la supuesta 'humanidad', dentro o fuera de la jaula?

No hay comentarios:

 
LOS ANIMALES NO SON COSAS