De nuevo la naturaleza ha removido el mundo, un mundo que los seres humanos creen dominar hasta que un pequeño movimiento de tierra les vuelve a poner los pies en el suelo. Por mucha tecnología, controles, etc, al final dependen del capricho de la naturaleza para que toda creación humana acabe destrozada en segundos.
El terremoto ocurrido el día 11 de marzo en Japón es un claro ejemplo. De momento se han contabilizado, desgraciadamente, más de cinco mil cadaveres humanos.
Pero creo que es de justicia hablar sobre los animales-no humanos que también han tenido que sufrirlo y que han fallecido. De estos nadie se acuerda cuando aparecen las notícias hablando del terremoto.
Viendo las imagenes y oyendo los comentarios te das cuenta de lo poco que vale la vida de un animal-no humano, y cuando suceden estas catastrofes aun más. A veces se escuchan comentarios sobre animales que han sido torturados y asesinados, pero de ellos ya no se habla cuando la catastrofe produce miles de muertes.
Entoces se suele hablar de muertes humanas y de destrozos materiales, casas, coches, torres de electricidad, puertos, barcos...y granjas.
Pero en estas granjas, para su desgracia, se encontraban, contra su voluntad, miles y miles de animales-no humanos (cerdos, gallines, conejos, perros, etc), cuyo fin era el consumo humano, que tuvieron que sufrir el terremoto y el tsunami metidos en jaulas o en pequeños cubículos donde apenas pueden moverse, con lo que no pudieron hacer nada para salvar sus vidas mientras veían como el nivel de agua comenzaba a subir hasta que, en caso de haber sobrevivido al golpe de agua, murieron ahogados en la jaula que, finalmente, fue se tumba.
También hay que decir que, aunque, esta muerte fue menos dolorosa que la que les esperaba en el matadero, no deja de ser igual de injusta.
Valgan estas líneas para recordar que su vida vale, por lo menos, tanto como la de un ser humano, y que algún dia dejaran de estar encerrados en jaulas y sometidos a la volutad humana.
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