Normalmente los gatos no tenemos la misma visión de la vida que los humanos. Estos saben que su tiempo es limitado, que llegará un momento en que su existencia desaparecerá para siempre, excepto en lo que creen en la reencarnación y consideran que volverán a nacer y vivirán otra vida, en otro cuerpo humano, claro, porque muchos no vislumbran la posibilidad que en la siguiente vida puedan ser otro animal, o planta, pero los gatos, no, nosotros vivimos cada instante sin pensar en el futuro.
Pero eso no quiere decir que no tengamos constancia de nuestra cuerpo y de nuestra vida. Los animales huímos cuando tenemos miedo, eso quiere decir que tenemos conocimiento de nuestro cuerpo y de todo aquello que nos rodea, que sabemos que hay riesgos sobre nuestra vida, igual que los seres humanos...
Recientemente Leo y yo nos metimos en unos granja de aves, quería enseñarle que estos lugares no son tan bonitos como se puede pensar. A veces, he visto libros que se regalan a los niños humanos en donde aparecen aves, gallinas en su mayoría, alegres y contentas de estar allí. Se las ve en libertad, solo con la obligación de poner huevos para el consumo humano. Pero nada más lejos de la realidad. Esta situación solo se producen en contadas situaciones. Para que se puedan comer tantos huevos se necesitan millones de aves poniendo huevos. Y esta es la realidad:
Lo primero que te sorprende de una de estas naves es la luz que ilumina toda la nave. Le explico a Leo que esto es para que las gallinas no duerman y pongan huevos durante el mayor número de horas, dejando que duerman entre dos y cuatro horas al día, sufriendo un gran estrés que hacen que su vida se acorte.
La segunda sorpresa es el gran número de jaulas que hay. Desde la puerta de la nave solo se ven grandes ‘edificios’ de jaulas y jaulas. Miles o, tal vez, decenas de miles de animales encerrados en jaulas. Pero si te acercas a una de esas jaulas, descubres otra gran sorpresa, aun es más triste, no hay solo una gallina en cada jaula, no, pueden haber entre cuatro y ocho gallinas en apenas una jaula de menos de un metro cuadrado, impidiendo que puedan abrir las alas, picándose la una a la otra por buscar un poco más de espacio e incluso, se dan casos de canibalismo.
No voy a cometer el mismo error humano de considerar que estos animales no sufren y que ‘solo son gallinas’, por eso me acerqué a ellas y las miré, y no para comérmelas, cosa que ya hace mucho que no haría, sino para intentar darles mi pequeño apoyo, tal vez inutil. Quería que supieran que no estan solas, que hay otros seres que luchan por ellas.
sábado, 2 de enero de 2010
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