En la naturaleza suelen haber peleas de diferentes individuos ya sea por la comida, por el territorio o por la procreación. Normalmente no suele mortal a excepción de los carnivoros, el animal situado por encima en la cadena alimenticia se come al que se encuentra justo por debajo.
Casi siempre son de un individuo contra otro, tal vez con la excepción de los caninos que atacan en manadas (en eso los felinos somos más individualistas). Se hace cara a cara, en igualdad de condiciones y sin aprovecharse de ningún elemento externo.
Hasta aquí era lo que yo tenía entendido que sucede en el reino animal...hasta que un día desafortunado pude comprobar que no siempre es así.
En uno de los pueblos que visité de cuyo nombre no quiero acordarme, y al que nunca más pienso acercarme a riesgo que morir en cualquier momento, asistí a uno de los espectaculos más horribles que deben existir, y como no, el protagonista era el ser humano.
Desde lo alto de un muro, desde donde estábamos Leo y yo, vimos como desde un callejón salía corriendo, como desesperado, un toro, parecía que estaba huyendo de algo. Se encontró en una plaza a la que de repente empezaron a llegar decenas, centenares de personas, por las calles que desembocaban en la misma. Lo sorprendente es que todos esos animales-humanos iban con una lanza.
El toro, que ya sangraba mucho y que no parecía muchas fuerzas para continuar de pie, se vio rodeado por todas estas 'personas', teoricamente razonables, que le apuntaban con su lanza afilada.
En ese momento e lanzaron cobardemente, ante tal desigualdad no cabe otra palabra, contra el pobre animal, que ya casi no se podía ni mover. Dejé de verle ante la multitud de personas que en ese momento le envolvían. A los pocos segundos un gran griterío y jolgorio cubrió la plaza. La alegría parecía taparlo todo, pero no, el animal aun estaba allí, ejecutando su último aliento, su último suspiro, por fin y por fortuna, por que en estos casos se puede hablar de suerte positiva, su muerte por fin había llegado, ya no más sufrimiento inútil.
Gracias a estos animales-humanos otra vida de otro animal había sido cortada de forma salvaje para el disfrute de todas las personas salvajes que no tienen compasión por la vida, por la naturaleza y que solo disfrutan con la sangre, con la tortura y con la muerte. Por eso espero no volver a pisar este lugar nunca más. Aquí solo hay muerte y dolor.
Cuando ya habían pasado unos minutos del momento 'algido' Leo y yo nos bajamos, todavía asustados, intentando que nadie nos viera. Era la primera vez que Leo estaba asustado, él que siempre era el primero en llegar a los sitios, en mirarlo todo, tal vez por inconsciencia. Temíamos que en cualquier momento volvieran a aparecer ese grupo e hicieran lo mismo con nosotros. No fue así, en seguida llegamos a las afueras y pudiemos tumbarnos debajo de arbol, nosotros que podíamos hacerlo todavía.
Mientras me intentaba dormir me quedé pensando si esas 'personas' podían sentir algún sentimiento positivo ante algo. Si querrían a sus amigos, a sus hijos, a sus parejas, a sus padres, o si también serían capaces de hacerles lo mismo que al toro, pero que no lo hacían solamente por que otras personas más 'razonables' llamarían a esa acción ASESINATO, mientras que lo que habían hecho ése día no era más que una tradición que se hacía cada año y que, por tanto, se debía respetar por formar parte de la CULTURA de la zona.
jueves, 3 de septiembre de 2009
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