Yo, como gato, por suerte o por desgracia, nunca he podido ir a un lugar donde me enseñen las cosas, como un colegio o universidad. Por eso, y desde pequeño he tenido que aprender las cosas por mi cuenta, haciendo que no siempre sean de la mejor manera y la más facil. Cosas como que no hay que acercase al fuego que te puedes quemar, como que no hay que tocar un cactus por muy inofensivo que parezca, que la cerveza provoca dolores de cabeza... son esas cosas que se aprenden con la práctica y...a veces duele un poco.
Por eso siempre he sentido envidia por todos esos animales-humanos que tienen la posibilidad de que les enseñen las cosas que tienen que saber en los centros.
Un dia, Leo y yo pasamos cerca de un centro universitario, y aunque él no tenía muchas ganas de ir por toda la gente que allí se agolpaba, nos acercamos. Quería mostrarle al Leo que la gente de allí era más conocedora de la realidad, y por tanto, seguro que sabían más y eran más sensibles con el tema de los animales-no humanos y su realidad.
Siempre he oído que la educación hace a la gente más sensible.
Primero nos colocamos en una zona llena de césped, junto a un árbol, para contemplar la situación. Había diferentes grupos de personas por toda la zona, así que nos acercamos a uno de ellos. La mayoría estaban comiéndose un bocadillo. Uno de ellos, al vernos llegar, nos señaló e inmediatamente el resto nos miró. Nos quedamos parados, Leo con ganas de salir corriendo, por ver como reaccioanaban, no hay que olvidar que los gatos siempre hemos salidos escaldados de nuestras relaciones con los humanos y eso se lleva en los genes.
Uno de los chicos me tiró un trozo de su bocadillo. O me veían cara de hambriento o les hacía gracia que me lo comiera. Como era de embutido lo dejé, pero en seguida el Leo lo hizo desaparecer.
Después otro de ellos, al ver que me acercaba, me dio a oler un poco del suyo, pero al ser queso y oler a vaca tampoco lo quise. Supongo que debió ser eso lo que le hizo enfadar que un segundo después intentó golpearme con su pie. Lo demás se rieron, aunque también le pararon para que no siguiera.
Nos fuimos a otro grupo de estudiantes, y allí se repitió el hecho de darnos de comer, cosa que agradecía ya que tenía bastante hambre. Esta vez era una de esas patatas que salen de una bolsa de color chillón. Estaba llena de sal, con lo que no me la comí. Después me tiraron rodando una lata vacia, aunque sin mucha fuerza, por lo que la pude esquivar sin problemas. Tal vez esperaban que me pusiera a jugar con la lata, o algo parecido. Al ver que no hacía nada dejaron de prestarme atención y se olvidaron de nosotros.
Ya no me acerqué a ninguno más, viendo que si no hacías lo que ellos querían parecían enfadarse. Se debían sentir poderosos con nosotros y con el derecho a imponernos lo que debíamos hacer en cada momento.
Comprendí que tampoco en estos sitios entienden, o no se les enseña, que los animales-no humanos, de los que solo se diferencian en el lenguaje, no somos diferentes a ellos. Solo somos un objeto más con el que divertirse y en otros casos para comérselos.
Aunque ya cuando marchábamos, un par de chicos se nos acercaron, nosotros nos paramos aunque preparados para huir, que no para atacar, en cualquier momento, y nos pusieron un plato con un poco de agua. En cuanto nos la acabamos de beber cogieron el plato, tiraron el agua sobrante y se fueron caminando, sin pedir más explicaciones.
jueves, 27 de agosto de 2009
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