miércoles, 8 de julio de 2009

Encierros

Normalmente, a los gatos no nos gusta el tumulto, y por lo tanto intentamos evitar los lugares con muchas personas, animales, exceso de ruido, etc. Supongo que nuestra experiencia con los animales-humanos no ha acabado de ser satisfactoria del todo. Pero el día ese decidí que iba a cambiar de opinión y comencé a seguir a todas aquellos animales-humanos que parecían que se habían puesto de acuerdo para ir al mismo sitio a la misma hora.

Conmigo iba mi nuevo amigo, Leo, no sé porqué le puse ese nombre, pero me gustó.
Y allí íbamos, por las calles de esa ciudad detrás de toda ese muchedumbre. Teníamos que vigilar de no ser pisados ya que, además, nosotros no estábamos acostumbrados a ese gentío.

Al final todos se pararon junto a una puerta de madera. Comenzaron a hablar y hacer como que corrían, pero sin moverse del lugar. Se debían de estar preparando para alguna cosa, porque se notaba cierto nerviosismo en el ambiente. Me fijé que a lo largo de la calle habían colocado una vallas, detrás de las cuales había mucha más gente. Ésta parecía estar también expectante ante algún nuevo acontecimiento.

De repente se abrieron las puertas y la gente comenzó a correr deprisa, muy deprisa. Giré la cabeza hacía el principio del grupo de gente por si podía intuir a qué era debido ese ímpetu, pero hasta que no volví la vista de nuevo hasta el final del grupo no lo entendí. De la oscuridad del interior de la puerta comenzó a aparecer un grupo de animales inmensos, negros y con cuernos. Eran unos toros enormes. Yo había visto toros, pero nunca de ese tipo. Parecían muy fuertes y corrían muy rápidos, aunque más por miedo que por ganas.
Tuve el tiempo justo de meterme detrás de la valla antes que las patas de uno de esos toros casi me pisara, después de que resbalara debido al suelo húmedo. Cuando quise mirar dónde estaba Leo, lo encontré metros atrás, estaba más asustado que yo.

La gente corría despavorida delante, en medio y detrás de los animales. Supongo que les había sorprendido que se abrieran las puertas y aparecieran esos animales detrás de ellos. Yo me ponía en su lugar y sentía miedo de estar en medio de ellos, pero en cambio, la gente parecía entusiasmada de estar allí y correr el riesgo de ser pillados por uno de ellos. Un animal con miedo puede hacer cualquier cosa cuando se siente acosado.

Cuando la gene comenzó a movilizarse decidimos ir por el camino por donde habían desaparecido los toros y toda la gente que había ido con ellos huyendo.
Estuvimos andando durante un buen rato, simplemente tuvimos que seguir los rastros de la huída. Había gente tirada en la calle ensangrentada, otros sentados con cara de dolor,...intentamos evitar que nos vieran, nos metíamos por calles estrechas escondiéndonos siempre que podíamos para que nada nos sorprendiera. Cualquier movimiento en masa podía ser terrible para dos animales tan pequeños como nosotros, aunque se piense que somos muy ágiles e intuyamos el peligro que podamos evitar cualquier riesgo, también podemos ser sorprendidos y tener fatales consecuencias.

Finalmente llegamos a otra puerta, parecía que hasta allí habían llegado todos. Vimos que había más gente tirada junto a ella, y que otras eran llevadas en camilla. Debía haber sido terrible para esa gente, que parecía dispuesta a celebrar una fiesta y pasárselo bien, y se habían encontrado con todos esos toros asustados por alguna cosa que salieron de una puerta, justo donde estaban emplazados toda aquella gente. Había sido un gran infortunio.

Entramos por un hueco pequeño de la puerta y vimos una plaza enorme de arena, a allí pudimos ver a todos los toros dando vueltas mientras algunos animales-humanos corrían a su lado con trapos de color rojo y con palos. Después y gracias a un grupo de vacas los toros se tranquilizaron un poco, se agruparon y se metieron por la misma puerta por donde habían salido las vacas. De repente un gran aplauso de la gente surgió en la plaza. Debían de estar contentos de haber superado ese susto.

Pero mi sorpresa fue cuando me enteré que todo aquello había estado preparado por los humanos. Una voz que inundó la plaza informaba que al día siguiente a la misma hora iba a haber un nuevo 'encierro' mientras la gente reía, aplaudía o, simplemente, gritaba. O sea que todo aquello había sido un plan de las personas para pasárselo bien. Divertirse a costa de los toros, de su sufrimiento, su estrés y su dolor!!
Todo aquello que había parecido ser un susto por los humanos, era simplemente una fiesta.
No acabo de entender como se puede crear un fiesta a costa de otros seres vivos 'invitados' a participar sin su voluntad. Yo no lo entendía, ya que las fiestas de humanos que yo conocía solo asistían personas, y Leo, según me contó, también.
Pero la naturaleza de los animales-humanos no están buena como ellos se creen cuando tienen que ver dolor en otros animales para su diversión...aunque lo peor vino horas después.

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LOS ANIMALES NO SON COSAS