Durante unas horas estuvimos dando vueltas por la zona buscando comida y aprovechando para dormir un poco. Tuvimos suerte ya que había muchos sitios donde escondernos y descansar sin que nadie nos molestara.
A media tarde comenzamos a sentir mucho alboroto en la calle, nos asomamos y vimos como el mismo número de gente que durante la mañana se había agolpado por las calles volvía a reunirse en la zona.
Pensé que tal vez volverían a dejar libres a toros para que la gente se divirtiera corriendo delante de ellos, como si fuera una competición (aunque para los toros no dejaba de ser una lucha por sobrevivir, se jugaban la vida). Pero esta vez no hubo nada de eso. Todos esos animales-humanos fueran entrando tranquilamente en el foso donde esta mañana había acabado la carrera tanto ellos como los pobres toros.
Sentía curiosidad por saber qué iba a pasar allí dentro, así que me dirigí hacía aquel lugar. Leo me acompañó aunque no estaba muy de acuerdo, parecía estar algo cansado después de tanto movimiento.
Dejamos nuestro escondrijo, llegamos a la calle, la cual aún estaba llena de gente, toda vestida de blanco,y esquivando piernas y alguna que otra botella, nos pudimos colar en el foso.
A los gatos nos gusta colocarnos en lugares desde donde podamos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor, por eso nos gustan los sitios altos. Debido al gran número de gente que estaba en la plaza y ante el desconocimiento de lo que allí podría suceder nos colocamos en la parte más alta. Desde allí podíamos ver a toda aquella gente.
Después de esperar un rato en el que no pasó nada, aparte de la música que no paraba de sonar, salieron varias personas con vestidos brillantes y con un trapo colgado. Saludaron al público. Le comenté al Leo que debía ser alguna celebración.
Al cabo de unos minutos, se abrió la puerta, la gente quedó en silenció. Y yo abrí los ojos todo lo que pude para ver qué había allí. Y ante mi sorpresa, apareció un toro! Salió corriendo y espantado, no hacía falta más que mirarle a los ojos que estaba asustado. Es por eso por lo que se dirigió a la única persona que no se había escondido tras las vallas de madera que rodeaban la arena. Fue hacia él y le intentó envestir. El humano con su trapo le intentaba confundir y evitar que los cuernos llegaran a su cuerpo. El toro, no embravecido, como mucha gente comenzó a decir, sino asustado al encontrarse en ese lugar encerrado y ante tanta gente gritando y haciendo sonar infinidad de instrumentos, seguía corriendo sin parar.
Al cabo de un rato y después de haber corrido sin parar, el toro, no habituado a tanto ejercicio seguido, comenzó a cansarse y a correr menos. Entonces salió un humano montado en un caballo con una lanza. Se acercó al toro y éste ante tal situación incontrolada de lanzó hacia ellos. El humano aprovechó para picarle justo detrás de la cabeza. Empezó a sangrar. Miré a Leo, tenía cara de estar muy asustado y de no comrprender nada de lo que estaba pasando. Yo tampoco lo entendía.
Más tarde saldrían más humanos que le colocaron dos pinchos en la espalda del animal, ante el jolgorio del público. 'Arte' llegué a escuchar por parte de estos. No entendía que estaban celebrando y porque se divertian viendo sufrimiento, sangre y dolor.
Cuando el toro ya estaba muy cansado y mucho más asustado y temeroso de su futuro, pensé que lo dejarian ir, tal vez le curarían las heridas y lo llevarían de nuevo al prado. Estaba totalmente inmóvil y no se movía para nada.
Pero ante mi sorpresa no fue así. Una animal-humano se acercó a él con una espada y se colocó delante del toro, el mismo que casi no podía no moverse y se abalanzó sobre él. Cuando el toro bajó la cabeza ante el trapo que le ponían delante de sus ojos, le clavó la espada.
Un chorro de sangre empezó a brotar de la boca del toro mientras el gentío (animales como el toro) aplaudían tras el acto de 'valentía', como comentaban algunos de ellos.
El toro anduvo unos metros hasta acercarse a la valla. Supuse que uno no quiere morir humillado de forma pública y se intenta esconder donde uno puede. Cayó de rodillas sin poder moverse envuelto en un charco de sangre. A pesar de mi oído fino, apenas pude intuir algún grito de dolor del toro ya que la gente no paraba de gritar como si estuvieran locos. Sin que se le prestara mucha atención, un animal-humano, se acercó por la espalda al toro y le clavo justo detrás de la cabeza un puñal, el toro murió en el acto.
Leo me preguntó: Por qué? Yo no supe qué contestarle. No fuimos de allí entre el aplauso, las risas, la música, el 'arte' y la 'valentía' de esos animales-humanos.
Más tarde me enteré de que esos animales no existen de forma natural, sino que han sido los humanos que, criando y mezclando diferentes razas de toro, han 'creado' un animal que, según ellos, es muy fuerte, bravo y dispuesto a la lucha. Y que han sido ellos los que han provocado la existencia de este animal para esta 'fiesta'. Solo existe para morir en esa plaza, bajo dolor, torturas y humillaciones. Y aún así reclaman que debe existir, solo para su disfrute. Una diversión basada en el dolor, la sangre, la tortura, el estrés y la muerte.
Pero estos animales-no humanos también quieren vivir de forma tranquila, tienen sus rutinas, su forma de ser, su carácter y solo quieren vivir lo mejor posible, no les gusta la violencia y se sienten estresados y asustados ante la misma (y lo sé porque todos los animales, humanos incluidos, queremos lo mismo).El hecho de que no nos comuniquemos de la misma manera que los humanos no quiere decir que no sintamos lo mismo.
Hay quien defiende que gracias a esta 'fiesta' el animal existe, pero teniendo en cuenta que han sido los humanos los que lo han creado, no debería existir de forma natural. Además hay vidas que no deberían ser vividas, y ésta es una de ellas.
Viendo el espectáculo la lucha es totalmente desigual. El toro no está en su ambiente, ya sale herido, con los cuernos cortados y medio y no tiene modo de defenderse.
Me hubiera gustado ver a un animal-humano el que hubiera estado en su lugar y que fueran otros los que le clavaran la espada, los pinchos y que le ejecutaran con una navaja. Tal vez a eso no se le llamaría fiesta
jueves, 9 de julio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario