lunes, 15 de junio de 2009

Leche

Una mañana, estando en un pequeño pueblo, me topé con un grupo de niños, y como no tenían otra cosa que hacer y estaban algo aburridos, no se les ocurrió otra cosa que comenzar a perseguirme. Primero cogieron unos palos y me intentaban dar, y como veían con de esa manera nunca lo iban a conseguir se dedicaron a tirarme piedras. Por suerte ninguna de ellas me alcanzó. Pero me entró tanto miedo que corrí sin parar y sin mirar atrás. Corrí hasta que salí del pueblo y llegué a una 'fábrica de leche'. La verdad es que no tenía muchas ganas de entrar, pero estaba tan cansado que me metí por una puerta...


Allí había centenares de vacas, todas alineadas comiendo, porque no tenían otra posibilidad. Estaban encerradas y no podían ni girarse ni darse la vuelta, con lo que tenían, irremediablemente, el morro encima de la bandeja de comida. Y supongo que por instinto o por puro aburrimiento, se dedicaban a comer.
Subí a unas escaleras hasta llegar a una altillo, desde donde podía contemplar toda la instalación. Allí me coloqué para descansar encima de un montón de paja.
Al rato me despertó el motor de un coche. Y unos segundos después entró por la misma puerta por donde yo había entrado un animal-humano con un maletín en la mano. Se quedó esperando hasta que, de una oficina, apareció otra persona.

Estuvieron hablando un rato y, aunque no acabé de escuchar toda la conversación, entendí algunas cosas.
No decir nada sobre unas hormonas que se habían inyectado a las vacas para mejorar su cantidad y su calidad, no cundir el pánico en la sociedad, resultados negativos en la salud de ciertas vacas que habían sido estudiadas, recibir dinero de cierta multinacional que podría ayudar si salían a la luz los resultados de los analisis, mucho dinero en juego, posibles enfermedades muy graves en los humanos...

Finalmente le mostró el maletín, lo abrió y se estrecharon las manos, justo antes de que el dinero cambiara de manos.

Segundos después noté la presencia de algo justo detrás de mí. Giré la cabeza y me encontré con un gato. Era un gato negro, parecía muy jovencito.
Se llamaba Leo y me dijo que le habían abandonado hacía unos días. Se había escondido en aquel lugar siguiendo el olor de la leche que se producía y asi asegurarse cierto alimento.
No parecía muy afectado por el hecho del abandono, supongo que la juventud te hace ser más inconsciente de las cosas.

Le comenté lo que había visto. No le dió mucha importancia y me dijo que si quería ver más que esperara un rato, que allí solían venir mucha gente con maletines.

Efectivamente, tal vez una hora después, apereció otro humano. Esta vez se metieron los dos en un despacho. Como tenía curiosidad por saber de que hablaban bajé por las escaleras y llegué hasta la puerta del mismo.

Estuvieron hablando de varios temas:
De como recibir las subvenciones por parte del gobierno por llegar a cierta cantidad de leche producida, el precio al que lo tenía que vender, de como deshacerse del exceso de leche que nunca iba a llegar al mercado y que habría que verterla el algún sitio.

Cosa que no acabo de entender. A veces dudo de si es por que soy un gato y no tengo mucha inteligencia, pero porque hay que producir tanta leche si luego hay que deshacerse de ella?. Siempre escucho que hay gente que se muere de hambre (por no decir el número de animales-no humanos al que les pasa lo mismo y no son notícia) y después de producir alimento (por decir algo, ya que son las vacas, gracias a su vida y a su salud las que la crean, debido a las nuevas tecnologias e inventos creados por los humanos para una mayor secreción de leche por parte de éstas. Otro día contaré como se realizan estos procesos) pagan para que se deshagan del exceso de leche. Y por qué obligan a millones de vacas a sufrir toda su vida para nada.

Y mientras los dos humanos se despedían yo miraba como las vacas seguían comiendo sin sospechar lo que pasa a su alrededor, al mundo que ciertos humanos han creado para ellas, un mundo de terror, de dolor, de sufrimiento...para que unos cuantos animales-humanos ganen dinero a su costa. (Y a costa de la salud de los consumidores...)
Tal vez esa ignorancia sea lo mejor para estos animales.

Me fui de aquel lugar, o mejor dicho, nos fuimos. Leo me siguió.

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LOS ANIMALES NO SON COSAS